La Casa Encedida organiza la primera retrospectiva en España dedicada al poliédrico artista francés
Si los dibujos y cuadernos de Antonin Artaud hablaran desprenderían un aullido de dolor, un lamento de sufrimiento y zozobra que fue lo que condujo la vida de este genio maldito, enfermo y loco, y del que desde mañana, por primera vez en España, se puede ver una retrospectiva de su vida y obra en la Casa Encendida de Madrid.
La exposición, comisariada –a saber, curada- por Marta González Orbegozo, muestra una de las vertientes menos conocida del autor, sus dibujos y cuadernos, además de fotografías y una selección de manuscritos y documentos que ayudan a descifrar la leyenda de este autor vanguardista y torturado.
Por primara vez en el mundo se exponen 35 cuadernos inéditos, de un total de 406, en los que Artaud escribió diariamente notas, dibujos, fragmentos y textos preparatorios de sus obras, construidas con furia y pasión.
Además, y como actividad paralela, se proyectará una selección de películas, con Artaud como actor y guionista. Vicente Molina Foix también coordinará unas jornadas en torno a la figura del artista y se presentará una radioperformance, inspirada en el programa que realizó Artaud para la Radio Nacional Francesa.
Poeta, actor, dramaturgo y dibujante, Antonin Artaud (Marsella, 1896-Ivry, 1948) recorrió un periodo del siglo XX convulso y frenético. Con sus primeros poemas sedujo a los surrealistas liderados por André Breton, pero al poco tiempo los abandonó y comenzó su carrera de actor y, al no tener el reconocimiento deseado, se dedicó a la estudio teórico del teatro.
Considerado por los críticos franceses como el "padre de la nueva escena", en 1938 aparece una recopilación de sus ensayos bajo el título El teatro y su doble -obra mítica junto a Para acabar con el juicio de Dios-, que incluye el texto "El teatro y la crueldad", donde escribe "En el punto de desgaste a que ha llegado nuestra sensibilidad, lo cierto es que tenemos necesidad ante todo de un teatro que nos despierte: nervios y corazón".
De familia de clase media, enfermo desde niño y tratado por psiquiatras, Artaud siempre fue un rebelde al que sus padres no sabían como tratar, explica a Efe la comisaria de la exposición.
Tras vivir varios meses en México con los indios tarahumanos, experiencia de la que saldría Los Tarahumaras, permaneció una etapa de diez años en un sanatorio psiquiátrico por sus obsesiones y delirios.
Desde joven los médicos le recomendaron el uso del opio y otras drogas para mitigar su dolor, una adicción que marcaría toda su vida.
"Fue un periodo muy duro porque estamos hablando de la ocupación nazi, y ya sabemos como trataban a los enfermos en estos sitios casi medievales", precisa Orbegozo.
Dibujo de Antonin Artaud
Pero en 1943, a petición de su familia, el doctor Gaston Ferdière, director del hospital psiquiátrico de Rodez (Averyon), amigo de los surrealistas y un médico culto, pionero en las terapias artísticas, consiguió que le trasladaran a un psiquiátrico de Rodez, en una zona no ocupada. En esa época los electroshock se mezclaron en la vida de este creador y seductor, de intensos ojos azules, con el dibujo, la pintura, los textos de inspiración mística y su interés por San Juan de la Cruz, la Cábala, Eckhart, la Biblia o Baudelaire.
Estos dibujos, hechos en su mayoría en el psiquiátrico de Rodez, con los papeles que le daba el doctor Ferdière, los hacia de pie, y entre ellos destacan sus propias retratos ("hechos sin espejo") con un rostro envejecido, escuálido de mirada perdida y torturada.
"Mis dibujos nos son dibujos sino documentos, hay que mirarlos y comprender lo que hay dentro", escribió.
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